Una vez cumplimos el ciclo de ciclos, que compone nuestra vida física, abandonamos ese cuerpo hecho de materia que, por desgaste, enfermedad u otra causa deja de funcionar y como si de un traje se tratara abandonamos para posteriormente, quizás mas adelante, decidir si estrenar otro.
Olvidemos la resurrección, nadie resucita, nadie ha resucitado nunca y nadie lo hará jamás, ese concepto nos ha sido inculcado para seguir anclados en el miedo y vivir esperando algo que no va a pasar.
Tampoco nadie nos va a salvar en el ultimo minuto de ese traumático trance, básicamente porque no hay nada de que salvarte, si esperas que alguien venga y te libre de la muerte segura, te puedes llevar un buen chasco. Tampoco podemos comprar un billete al paraíso, porque nacemos con el en el bolsillo, así que cualquiera que puedas comprar será seguramente falso.
Debemos vivir y disfrutar en la medida que se pueda de lo que te toque vivir, en donde y con quien vives, disfrutar de la materia, usarla debidamente, consumirla con responsabilidad y finalizar tu ciclo sin ningún apego.
Morir pensando en que abandonamos algo, que debemos cuidar de alguien o que somos imprescindibles en cualquier ámbito, no solo es falso, si no que nos estaremos auto engañando y evitaremos de forma traumática que nuestro ciclo finalice y podamos retomar nuestra verdadera existencia.
Debemos vivir conscientes de quienes somos y lo que somos, somos almas, que encarnan y desencarnan continuamente buscando un conocimiento, porque es ese conocimiento, esa experiencia de vivir lo único que te llevaras de esa existencia, por ello cualquier apego no es más que algo muy negativo y hará que se paralice el ciclo natural de esa alma.
El alma desencarnada apegada a la materia o a la familia, quedara pegada literalmente a ese estadio y no podrá evolucionar a otro hasta que no despierte y retome su verdadera esencia en su existencia. Debemos asumir la vida como una obra de teatro o un juego de rol.
Nacemos y asumimos un personaje, desarrollamos esa personalidad o personaje, le damos un bagaje y unas experiencias y después dejamos de jugar y abandonamos, tras la muerte, este rol, para si es necesario, volver y asumir otro que se adecue a la experiencia que deseamos vivir o necesitamos vivir, para adquirir ese conocimiento concreto que aun nos falta.